Pueden ser vistos en todo tipo de comestibles, en libros de educación, revistas, restaurantes, infinidad de páginas webs y entornos comerciales. No cabe duda de que los códigos QR paulatinamente están copando la gran mayoría de portadas y productos en la esfera social, ya sea por su facilidad de uso o por su capacidad de difusión y alcance. Pero, ¿realmente se optimiza su uso o en determinados casos son víctimas de una mala planificación?
No hay más que levantar la cabeza, echar un vistazo a nuestro alrededor, -bien sea en casa, la oficina o en la calle, preferiblemente este último- y comprobar cómo y de qué manera se mezclan los códigos QR en nuestras rutina diaria. No tanto en el hecho de escanear, pero sí en su identificación visual. El manual del buen uso del QR dictamina que para un código de estas características debe coincidir con los siguientes criterios:
1. El código debe ser fácil de escanear: Tanto en el lugar situado el código en sí, como en la ubicación donde se exhiba.
2. La curiosidad juega un papel fundamental: Despertar ese sentir es el objetivo principal de cualquier código QR.
3. La landing page o página de destino que esté optimizada para móviles: Parece lógico, pero es un aspecto que a veces se pasa por alto.
No obstante, las buenas prácticas de las que dota el código QR no se hacen extensibles a la totalidad de los casos. Por ello, desde Geobuzón nos vamos a hacer eco de los cinco ejemplos de QR que nunca habría que seguir:
5. ¿Es un pájaro? ¿es una avión? ¡No! ¡Es súper QR!
4. ¿Bisutería o una nueva forma de publicitarse?
3. ¿Seguro que es la autopista el mejor lugar para publicitarse por código QR?
2. ¡Cuidado! ¡Si lo escaneas quizás sea lo último que hagas!
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Y tú, ¿conoces algún otro uso extravagante de los códigos QR?