Hace mucho tiempo, en una galaxia muy lejana existían una serie de aparatos que nos facilitaban en gran medida la forma en la que teníamos de comunicarnos. Somos muchos los que todavía recordamos con nostalgia esa ilusión que nos hacía recibir una carta de un amigo lejano o de un amor de verano, o como era la forma de llamar a través de un teléfono de pulsos, sí, ese en el que se debía introducir el dedo y girar para marcar un número. Para desgracia de muchos, la aparición de los teléfonos móviles y emails, así como la llegada de Internet a todos los hogares ha relegado a estos medios de comunicación a un plano secundario. Una práctica que para muchos es arcaica pero para otros conserva todo su encanto.
Las cartas tradicionales: ¿caídas en el olvido?
Querido amigo:
¿Qué tal estás? Te escribía para saber cómo te estás integrando en tu nuevo trabajo y qué tal es la vida en tu nueva ciudad…
¿Os resulta familiar? Éste era uno de los métodos a emplear si quería comunicarte con un viejo amigo/a, familiar o novio/a. Quién más o quién menos todavía atesora en un pequeño rincón de su casa aquellas cartas que en su día le emocionaron, le transmitieron una excelente noticia o le invitaban a una celebración. A día de hoy, esta praxis aún se conserva gracias a un reducto de personas e incluso de empresas que optan por el envío de misivas para comercializar sus productos y servicios. En esta línea, un reciente estudio de Defacto Research ha desvelado que las cartas comerciales tradicionales despiertan un ‘engagement’ en sus destinatarios mucho más potente que un correo electrónico. Tal es así, que el 58% de los que recibieron una carta de ese calibre visitaron después el punto de venta físico, o la tienda online (65%).
A pesar de que en muchos aspectos las cartas tradicionales no pueden competir con el email, como en la inmediatez, existen otras razones por las que aún despiertan interés en ciertas personas. El envío por correo tradicional es una rutina que sin lugar a dudas despierta un sentimiento emotivo en nosotros, a la vez que goza de un nivel de personalización que con el correo electrónico parece haberse perdido. Que sea algo tangible y manuscrito dota de mayor relevancia al mensaje que transmite, y que por otro lado no ocurre con el email, donde la emoción y la intriga se disipan al hacer ‘click’.
Un teléfono que ya no tiene ‘pulso’
¿Os acordáis de esos teléfonos con números giratorios y con auricular gigante para hablar? No cabe duda de que este aparato presidiría el ‘Salón de la Fama’ de la tecnología. Lo que en su día formó parte de todos los hogares ahora se exhibe como objeto de coleccionista en un puñado de ellos. Saber desenvolverse con uno de ellos denota en qué década has nacido, ya que los ahora conocidos ‘nativos digitales’ apenas saben identificar este artilugio. Como ejemplo de ello, os dejamos un vídeo en el que unos niños intentan descifrar lo que es y su uso. Estamos seguros de que os saca alguna que otra sonrisa.
Aunque la tecnología avanza a pasos agigantados, en ocasiones es aconsejable realizar una retrospectiva y mirar al pasado para volver de nuevo la cabeza y fijar el rumbo adecuado.
Y a ti, ¿qué otros aparatos te evocan ese sentido de nostalgia?